Encuentro con Diego Quemada-Díez, el director de « La Jaula de Oro » – Rêves d’or

Cet entretien est disponible en version française.

La Jaula de Ora, sigue a Juan, Sara y Samuel, 15 años, huyendo de Guatemala e intentando llegar a Los Ángeles. En México, Chauk, un indígena tzotzil que no habla español, se une a ellos. El espectador se sumerge literalmente en su periplo reconstruyendo la tradicional red de inmigración clandestina que va de América central hacia los Estados Unidos. Los protagonistas no se verán a salvo de ninguna atrocidad, como las que se pueden leer en los periódicos sobre el tema. Muy bien documentada, esta ficción, sin embargo, no es abrumadora : con toques poéticos, el director evita el riesgo del melodrama, para componer una odisea actual y una oda a todos los migrantes. La interpretación de los jóvenes actores ha sido recompensada con el premio Un Certain Talent en el Festival de Cannes donde la película fue presentada dentro de la sección Un certain Regard.

Diego Quemada-Díez presentaba en primicia su primer largometraje en el cine ABC de Toulouse, en colaboración con el Festival Cinélatino. La ocasión de plantearle algunas preguntas :

Tras la proyección de la película usted nos ha confiado que para la construcción de la misma se había servido de 600 testimonios de migrantes. Cómo fueron estos encuentros ?

Mi investigación comenzó en Mazatlán, después fui al sur, a Oaxaca, a Chiapas y a continuación me desplacé al norte, a Tijuana y a Mexicali. Durante estos desplazamientos iba acompañado de un amigo o de alguien que conocía la zona, y siempre seguíamos la vía férrea.

Ofrecíamos comida a la gente que nos encontrábamos por el camino. A menudo tenían miedo : pensaban que trabajábamos para los servicios de inmigración o para la policía secreta, o para los narco-traficantes. Fue necesario superar esa desconfianza. Todo el tiempo estaban a la defensiva, muy atentos a lo que ocurría, pues en cualquier momento la policía podía presentarse y arrestarlos.

También fui mucho a los albergues de migrantes. Son lugares en los que se sienten protegidos ya que los servicios de inmigración no tienen acceso. La mayoría de estos albergues están dirigidos por la Congregación de misioneros Scalabrinianos. Durante la ola de inmigración italiana hacia los Estados Unidos y América latina a principios del siglo XX, el Beato Scalabrini llegó acompañado de otros misioneros para ayudar a sus compatriotas. Cuando esta ola disminuyó, la Congregación siguió ayudando a migrantes de otras nacionalidades. Estos religiosos me han ayudado mucho, entre ellos el Padre Alejandro Solalinde, que aparece en la película. En estos albergues todo el mundo puede dormir gratuitamente por una estancia máxima de tres días, sin control en la entrada. Lo que significa que los narco-traficantes también duermen allí, igual que los coyotes, esos guías de clandestinos que pueden llegar con un grupo de 20 o 50 migrantes. Puede ocurrir que haya coyotes en los que ellos puedan tener confianza y otros en los que no. Todo el mundo presta atención a quién se encuentra en estos lugares. Yo pude permanecer entre 2 y 3 semanas en los albergues y los Padres me presentaron a los migrantes, lo que facilitó la relación de confianza entre ambas partes. La mayoría de los testimonios salen de los encuentros en los albergues, donde los migrantes estaban tranquilos y se sentían seguros.

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Cuánto tiempo necesitaron estos encuentros ?

Creo que duraron unos 6 años, pero de una manera intermitente, para poder trabajar en otros proyectos, en corto-metrajes. Cuando tenía dinero volvía para continuar mis investigaciones. Durante las interrupciones, leía los diarios acerca de la temática, como la revista de antropología Emigrantes de la orden de los Scalabrinianos, que es una muy buena referencia, una mina de informaciones.

Había niños migrantes en los albergues ?

Dependía. En algunos albergues los menores son separados, mientras que en otros están mezclados con los adultos. Tijuana dispone de muchos albergues para menores que han sido expulsados de Estados Unidos. Fue allí donde aprendí las técnicas para atravesar la frontera, como en la secuencia de los túneles que aparece en la película. Había un cuaderno, como una especie de diario íntimo, en el que los niños que entraban podían escribir lo que habían vivido. Había cosas increíbles, muy tristes, duras. Pensé en incluirlas en la película pero a fin de cuentas hubiese sido muy complicado, había demasiadas cosas. Aunque todo eso me inspiró por el sentimiento y finalmente se encuentra en la película.

Hice muchas investigaciones en Los Ángeles, con los indocumentados. Hay numerosos albergues para los menores. Cuando son detenidos se les conduce a unas casas-cárceles, esperando ser juzgados, allí permanecen entre 3 y 6 meses antes de ser deportados a su país. En estas casas que parecen normales pero que en realidad son cárceles, pueden llegar a vivir hasta 20 menores. En uno de esos albergues los jóvenes me contaron algo que me impactó, me dijeron que una vez por semana les llevaban a un lugar agradable : la playa o incluso Disneyland. Durante un tiempo pensé acabar la película en ese parque. Puesto que la mayor parte del metraje discurre en los trenes, había pensado en que los protagonistas acabaran en uno de esos trenes de plástico mientras esperan su deportación. Era un final cínico, diferente. Finalmente he decidido otro.

Comencé a viajar también a Guatemala, para conocer a las gentes de las zonas urbanas más pobres y peligrosas. En la película, el personaje indígena de Chauk representa la migración rural, mientras que los tres otros personajes muestran la migración urbana.

Las personas con las que hablé venían en su mayoría del Salvador, de Guatemala, de Honduras, de Nicaragua y de México, y otras eran originarias de Brasil y de las Antillas. La mayoría tenía entre 16 y 21 años. Algunos tenían 40 años, pero visto la dificultad del viaje, pocos migrantes tienen más de 35 años. Pasé mucho tiempo en la frontera hablando con las mujeres, que viven en albergues exclusivamente femeninos. Muchas madres son separadas de sus hijos una vez llegadas a Estados Unidos. Una de ellas me contó una historia que me marcó : a las 7 de la mañana en Los Ángeles en el momento en el que le estaba dando el pecho a su hijo de 3 meses, la puerta de su apartamento es derribada. Entre 10 y 15 agentes del servicio de inmigración entran equipados como Robocop, armados con fusiles de asalto. Le confiscaron todos sus bienes y destruyeron todo a su paso. La encadenaron de pies y manos y una mujer del departamento de inmigración le quitó a su niño. Esta separación que la madre todavía no comprende había ocurrido hacía 6 meses, y desde entonces no había dejado de llorar. Escuché muchas historias de este tipo, en la que el sufrimiento de las personas es generado por los Estados Unidos. Los agentes de inmigración cobran una prima por inmigrante detenido, como si fueran cazadores.

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Por qué haber hecho una película de ficción en lugar de un documental ?

He recogido numerosos testimonios de mujeres y de niños a través de los diferentes territorios por los que he viajado, y elegí utilizarlos en una ficción, pues eso me permitía reconstruir las situaciones de las que me habían hablado. De esa manera, también, el espectador puede vivir esa experiencia junto a los personajes. He podido construir a mis 4 personajes con una estructura dramática propia a partir de 600 testimonios. La identificación del espectador con un personaje de ficción produce un impacto más fuerte que el producido por un documental. Todas las decisiones que he tomado son asumiendo que una película es una construcción. Lo importante para mí es aquello que uno quiere comunicar al público. Para esta película he querido presentar una verdad que es un conjunto de muchas verdades que las gentes me han confiado. Es también asumir la idea de que una película es una manipulación. Es una gran mentira en la que se intenta, al menos, acercarse lo más posible a los testimonios recogidos. Mi poeta preferido, José Val del Omar, también realizador, dijo que el cine pone de manifiesto un acto de manipulación extrema, pues los espectadores entran en una habitación oscura donde no se les enseña más que una parte de la realidad. Los espectadores vienen para que nosotros depositemos nuestros sueños. Toda esta manipulación en el cine sólo se justifica cuando existe un motivo poético. Es por eso que tenemos una gran responsabilidad. Esta poesía debe generar empatía y amor. Toda la construcción de un universo de ficción está ligada a todos esos elementos cogidos de la realidad, a todos los testimonios.

Usted ha trabajado con Ken Loach y con Alejandro González Iñárritu. Qué aprendió durante los rodajes ?

La mayor influencia para mí fue Ken Loach, como el hecho de filmar en orden cronológico. Los actores no conocían la historia y la iban aprendiendo conforme pasaban los días. La cámara tiene un punto de vista muy humano, como si fuera un testigo de lo que ocurre. Siempre al nivel de los ojos.
De Alejandro González Iñárritu aprendí lo que no hay que hacer: evitar el melodrama, evitar un guión demasiado largo. Es mejor filmar con un guión corto para poder crecer después. Por ejemplo, nosotros íbamos al principio con un guión de 50 páginas.

Vuestros lugares de rodaje se encontraban en el punto de mira ?

Durante la preparación pudimos conocer los lugares que eran peligrosos. Decidimos lugares seguros, en los que rodar no fuera un problema. Ahora Chiapas es un territorio muy seguro para rodar, lo que no ocurría en el pasado.

El significado del título : La Jaula de Oro ?

Es así como los migrantes llaman a los Estados Unidos : La Jaula de Oro. Es al país en el que puedes hacer fortuna, pero está también la idea de jaula, pues no puedes escapar.

Cómo ha sido acogida la película en México y en Guatemala ?

En estos países la película sólo ha sido exhibida en festivales. Ha sido bien recibida : el público se ha conmovido, había quienes lloraban al final de la proyección.

La Jaula de Oro (Rêves d’or), Diego Quemada-Díez, con Brandon López, Rodolfo Domínguez, Karen Martínez, Carlos Chajón, 1h48, México/Guatemala/España. Estreno nacional en Francia el 4 de diciembre 2013.

Una crónica de Culture 31, de Carine Trenteun : « muchas gracias por su ayuda entusiasta y su gran trabajo a Stéphanie y a Asunción Palacios  !« 

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